Atracción animal. Reto 2 El Libro del Escritor.

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–Eh, ¿recuerdas este sitio? –dijo ella–. ¡Hace mucho que no venimos!

–Si –dijo el–. recuerdo al camarero que parece un perro de aguas.

–¿Y no recuerdas lo que pasó?

–Recuerdo las raciones de salchichas.

–No seas bobo. Nos acabábamos de conocer, ya sabes, era nueva en tu piso, solo vivíais allí tú y Rober. Tu no cogiste confianza conmigo hasta esa noche.

–Oh, me parece que si que se a qué te refieres, lo recuerdo, aquí fué nuestro primer beso. Oh, el olor de las salchichas –la tapa acababa de llegar–. Si, ya me vienen los recuerdos. Algo te hice que tuvieron que llamarnos la atención.

–Si, pero claro, estaba en esos días, ya sabes, que me pongo caliente como una perra.

–Y que tendría que hacer para calentarte ahora? –dijo dándole un lametón en la cara.

–¡Ay! No seas tan animal –regañó para acto seguido hacerlo ella también.

–¡Que me despeinas el bigote! –se quejó él.

–Así aprenderás.

–Te montaría aquí mismo –dijo acariciando su espalda con la nariz. Ella se estremeció de deseo.

–¿Aquí? ¿Delante de todo el mundo?

–¿Por qué no? ¿Tu ves a alguien mirando?

–Cierto –dijo poniéndose en posición–. ¡Adelante mi valiente!

 

 

–Oye, Rober –dijo el camarero emergiendo de entre sus rastas–. Ya sabes que no me importa que traigas aquí a tus perros, pero si tienen que hacer eso será mejor que te los lleves fuera

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