Este es el relato que presenté para el concurso que organizó Lord Alce, cuyo premio era una copia en papel de su novela «La sombra dorada»
(https://lordalceblog.wordpress.com/2017/04/26/resultado-concurso-la-sombra-dorada/)
La puerta se abre con dificultad. Viento y hielo mezclados entran en la caldeada estancia junto a Lupo. Cubierto de capas de pieles y escarcha, con sus casi dos metros de estatura, tapa el vano de la puerta quizá con más eficacia que los maltrechos tablones cubiertos de paja que forman la puerta. Trae la cena, tres nabos mas bien escuálidos y una cebolla congelada que, al agarrar el pellejo de vino, resbala y cae al suelo con la rotundidad de un canto rodado. No nos podemos quejar. Después de casi tres años de invierno es lo único que queda. El río, permanentemente congelado apenas permite alguna captura miserable y eso solo tras haber horadado el manto de hielo a pico y hacha para, minutos después, volver a cerrarse sin dejar rastro. La caza es inexistente y desde que se acabó la reserva de grano ni siquiera hay ratas que mitiguen nuestra más salvaje hambre. Sigue leyendo